viernes, 17 de abril de 2009
Reflexiones del compañero Fidel
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5:37:00 p. m.
Delirios reflexivos del compañero Fidel (bajo 40 grados de temperatura y después de que le leyeran un capítulo de Huckleberry Finn, su lectura preferida antes de dormir la siesta)
Por Lia Villares
Canibalismo. Informan de estos casos con una frecuencia por lo demás ofensiva. Mis calumniadores no se olvidan de significar que, puesto que soy monarca absoluto y puedo impedir en Cuba cualquier cosa que no quiero que ocurra (he desviado huracanes de su trayectoria con anterioridad y creo estar en toda disposición y capacidad de volver a hacerlo), todo que se hace con mi autorización es un acto mío, un acto personal mío. Que lo hago yo. Que las manos de mis agentes son en realidad mis manos, como unidas a mí por un largo brazo. Y así, me pintan en mis reales atuendos, con la corona sobre mi cabeza, masticando carne humana, rezando y mascullando acciones de gracias a Aquel de quien todo bien desciende: yo mismo. Mi madre, mi madre, cuando los pusilánimes se apoderan de una cosa como la aportación misionera, esto les hace perder por completo la tranquilidad. Hablan profanamente y reprochan al cielo que deje con vida a un perverso así. Se refieren a mí. Piensan que es una irregularidad. Van por ahí temblando, cavilando sobre la reducción de esa población cubana, de 25 000 000 a 15 000 000 en 50 años de administración mía. Explotan y me llaman “el dueño y señor que tiene sobre su conciencia 10 000 000 asesinatos. Dicen que soy “un récord”. La mayoría de ellos no se contentan con esta cifra. No; piensan que si no hubiera sido por mí la población sería ahora, por su impulso natural, de 30 000 000, y así me cargan otros 5 000 000, haciendo ascender mi cosecha de muertes a un total de 15 000 000. Dicen que el hombre que mató a la gallina de los huevos de oro es responsable también por los huevos que habría puesto luego si él la hubiera dejado en paz. Ah, sí, dicen que soy “un récord”. Hacen notar que dos veces en cada generación las epidemias de hambre destruyen 2 000 000 de una población de 320 000 000 en la India, y el mundo entero levanta sus manos en gesto de conmiseración y horror, y luego pasan a preguntarse dónde encontraría el mundo lugar para sus sentimientos si yo tuviera la posibilidad de ocupar durante 50 años el lugar de las epidemias de hambre. La idea enciende su imaginación y llegan a figurarse que, transcurridos los 50 años, la gran hambre vendría a postrarse ante mí, diciendo: “Enséñame, oh señor, porque caigo en cuenta de que sólo soy un aprendiz”. Y luego se imaginan a la Muerte ante mí, con su guadaña y su reloj de arena, que me pide tomar a su hija por esposa, reorganizar su fábrica y hacerme cargo del negocio. ¡Ante el mundo entero! ¿Lo ven? Sus mentes enfermas ya están llenas de vapor, y sacan sus libros y expanden sus obras tomándome a mí por texto. Devoran detenidamente todas las biografías en busca de mi par, examinan a Atila, a Torquemada, a Ghengis Khan, a Iván el Terrible y a todo el resto de esa caterva, y se alegran maliciosamente cuando no me encuentran un igual. Examinan luego los terremotos, ciclones y ventiscas, los cataclismos y las erupciones volcánicas. Veredicto: ninguno de ellos es comparable a mí. Finalmente, encuentran algo (piensan ellos) y concluyen sus trabajos concediendo –a su pesar- que tengo un igual en la historia: el diluvio. Esto es una intemperancia.
Pero ellos siempre son intemperantes cuando se trata de mí. Cuando se menciona mi nombre no pueden quedarse más callados que un vaso de agua con un Alka Seltzer imperialista en sus entrañas. ¡Qué extrañas cosas son capaces de imaginar cuando yo les sirvo de inspiración! Un cubanoamericano se ofrece a darme la ventaja de tres contra uno y apostar lo que yo quiera, hasta 20 000 000 de CUC, que seré durante dos millones de años el más notorio extranjero del infierno. El hombre se encuentra tan fuera de sí por la ira, que no cae en cuenta de que la idea es estúpida. Estúpida y fuera de todo espíritu negociante: ya ven, no podría haber vencedor; los dos perderíamos por la pérdida de los intereses que el asunto implicaría; al 4 o 5 % de interés compuesto, los intereses ascenderían a... bueno, no sé a cuánto exactamente, pero para cuando la apuesta concluyera y fuera pagadera, con los intereses acumulados podría comprarse el mismísimo infierno.
Otro loco quiere construir un memorial para perpetuar mi nombre con los 15 000 000 de cráneos y esqueletos, y está lleno de vengativo entusiasmo con su extraño proyecto. Lo tiene todo calculado y dibujado a escala. Con los cráneos construiría para mí un monumento-mausoleo que duplicaría exactamente nuestra querida raspadura. Quiere disecarme y colocarme contra el cielo en la cima de ese mausoleo, ataviado y coronado, con mi bandera pirata en una mano y el cuchillo del carnicero y las esposas colgantes en la otra. Construiría la pirámide en el centro de la Plaza de la Revolución, sustituyéndola, entre una ululante soledad cubierta de palmas reales, donde los espíritus de los muertos por hambre y de los asesinados gritarían eternamente sus lamentos entre los susurros de los vientos errantes tropicales. Irradiando de la pirámide, como los radios de una rueda, habrían 50 grandes líneas, todas cercadas a ambos lados por esqueletos de fusilados, colocados a medio centímetro uno del otro y unidos por un festón de cadenas cortas que irían de muñeca a muñeca, cogidas con esposas grabadas con mi marca comercial privada: una esvástica con un cuchillo de carnicero y un martillo y debajo la inscripción: “con este signo prosperamos” (en
“patria o muerte” no había mucho gancho). Cada una de las vallas óseas constaría de 200 000 esqueletos a cada lado, 400 000 para cada avenida. Se hace notar con satisfacción que todo ello suma más o menos 90 millas de esqueletos en fila única, y atravesaría la isla Se subraya además, en el tono esperanzador de una compañía constructora de carreteras que anuncia ostentosas ampliaciones marítimas y todo de su kilometraje, que mis resultados arrojan 500 000 cadáveres al año cuando mi fábrica funciona a tope, y que, por tanto, si se me conceden diez años más, habrá cráneos nuevos para aumentar la altura de la pirámide en otros 55 m aproximadamente, haciéndola por gran diferencia la más alta y airosa construcción arquitectónica de la nación, además de esqueletos nuevos para continuar la fila transcontinental e introducirla en el Pacífico (en montones) durante 1000 millas. El costo de recogida de los materiales de “mis innumerables y ampliamente esparcidos cementerios privados” y del transporte de ellos y de construir el monumento y sus grandes avenidas radiales, ha sido calculado como es debido, y suma un total de varios millones de euros, y luego..., pero si luego (¡!), ¡este imbécil me pide que suministre yo el dinero! (Inclinación súbita y efusiva ante la esvástica). Me hace recordar que mis ingresos anuales provenientes de remesas familiares y demás negocios venezolanos, chinos y rusos ascienden a millones y que sólo se requerirían 5 000 000 para esta empresa. No hay día en que mis cuentas personales no sufran salvajes atentados. No me afectan; ni siquiera pienso en ellos. Pero éste, éste me inquieta y me pone nervioso, porque es impredecible lo que una criatura desquiciada como ésta puede pensar la próxima vez... Si pensara en Lage y Felipito, pero tengo que borrar de mi mente tal pensamiento. Me preocupa. Inquieta mi sueño. Por este camino llegaría a la locura. (Pausa) No hay más remedio... había que defenestrarlos. Asumo la total responsabilidad por el éxito o el revés. Las victorias serán de todos; la derrota no será jamás huérfana.
iPatria o Muerte! iVenceremos!
Leyendo teletipos: los encabezados son alarmantes: se dice que el gobierno cubano mató por hambre a -los hijos de una mujer y asesinó a los restantes.
Carnicería de mujeres y niños.
El cubano ha sido transformado en un ser sin ambición porque ha sido sumido en la desesperanza.
Mujeres encadenadas cuello con cuello por oficiales pinareños.
Las mujeres se niegan a parir.
Crucifixión de 16 mujeres en Santiago.
Más mutilaciones de niños en La Habana.
(Se va quedando dormido lentamente)
-Comandante, comandante!!! Lo zarandean.
-¿Guardo el borrador?
Fidel Castro Ruz
Abril 14 de 2009
11 y 32 a.m.
www.habanemia.com
Tags: Fidel Castro, Castro, Raúl Castro, Bienal de La Habana, Felipe Pérez Roque, Huckleberry Finn, Carlos Lage, Plaza de la Revolución, Revolución, muertos, Cuba,Venceremos,Pacífico,India,Iván el Terrible,Atila,Torquemada,cuc,Plaza de la Revolución, Ghengis Khan,Santiago de Cuba,La Habana,gobierno cubano,imperialismo,Alka Seltzer,Patria o Muerte
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Oye, volaísimo. Esta buenísimo. Me gusta ese estilo. Aunque se podía haber satirizado e ironizado incluso más. Así se puede confundir con la realidad.
ResponderEliminarmuy bueno este escrito, felicitaciones al autor/a , de verdad muy bien pensado !!!
ResponderEliminaren Cuba tengo un amigo q escribe muy parecido, un talento en bruto sin explotar, q pena !!!