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Por AIPLa Habana, agosto de 2009
Tras el ostensible fracaso del modelo socialista “a la cubana” y del trajinado imperfecto perfeccionamiento del sistema heredado de la ex Unión Soviética, los hijos de Maceo y Martí se aprestan, con la audacia -madre de la ignorancia-, y el coraje que les caracteriza, a emprender el camino hacia… nada menos que el comunismo.
Para ello, teóricos, expertos y especialistas se han dedicado a estudiar con ahínco la sustanciosa comunidad primitiva y sus modos de producción sin adelantos tecnológicos -premisa fundamental (los adelantos), según Marx, para alcanzar el estadio superior de la vida en sociedad.
Para comenzar, Cuba, sin llegar a ser un país federado, se encamina a que cada provincia y dentro de ella, cada municipio se las arregle como pueda a la hora de satisfacer las necesidades más perentorias de su comunidad. Habrá, como es de suponer, territorios más privilegiados porque cuentan con hospitales, hoteles, electrificación total, grandes planes agrícolas, etc., y otros menos beneficiados.
Pero la estructura administrativa espera gestos de la sempiterna solidaridad inculcada durante cinco décadas para que los más favorecidos protejan, de vez en cuando, a “los pobrísimos” -lo cual conlleva una tenaz campaña ideológica para que no se establezca, nuevamente, el fantasma de las clases (y sus luchas), tesis de El Capital.
De esta suerte, desaparecen el Ejército, el Partido y los organismos y asociaciones patrocinados, apadrinados e impulsados por el Estado, poder centralizador que se diluye hasta perderse de vista en lo que atañe a funciones y proyectos. No obstante, los CDR, organismo de masas, conserva su liderazgo sólo a nivel de cuadra, en el barrio, que no provincial o nacional.
Tan drástico cambio económico, aún sin estar plenamente establecido, ha provocado numerosos suicidios en las última 72 horas, sobre todo de militantes del Partido, mientras es celebrado con júbilo por disidentes y marginales, quienes promueven una sana anarquía “sin patria, pero sin amo”.
La opinión pública mundial, esencialmente, los partidos de izquierda, siguen con gran interés el proceso iniciado en la Isla de la Libertad y opinan que “sin dudas, se trata de una "Revolución dentro de otra Revolución”.
La venta de taparrabos, entretanto, se ha incrementado notablemente en toda la nación, dado que no se recibirán textiles por el momento.