Por Pablo Ragau
En la mañana de ayer lunes el Air Force One, que transportaba a Barack Obama a Buenos Aires para una visita oficial, se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto Jose Martí de la Habana debido a la avería de sus motores. Se desconoce aún que originó el fallo.
Dicho incidente obligó a levantar “temporalmente”, según fuentes de la Casa Blanca, el embargo económico que Estados Unidos tiene impuesto a Cuba desde 1962.
Con el fin de realizar las operaciones de abastecimiento y reparación necesarias a la aeronave siniestrada, el gobierno de EE.UU. se vio en la obligación de importar a Cuba gasolina y diferentes componentes mecánicos. Dado que las importaciones a Cuba están expresamente prohibidas por la ley de embargo, y para que el gobierno de los EE.UU en la persona de su Presidente y de la comitiva que le acompaña no se encontrara violando dicha ley, el congreso de EE.UU. decidió suspenderla con carácter “urgente”.
Por el momento nadie ha querido confirmar si la ley volverá a estar en vigor en cuanto el incidente termine.
Por otra parte, una representación del gobierno de Cuba hizo acto de presencia en el aeropuerto para dar la “bienvenida” al Air Force One y asegurarse que las operaciones de reparación se realizan sin problemas. Aunque ni el presidente Obama ni ningún otro miembro de la comitiva se ha reunido por el momento con sus homólogos cubanos, fuentes contrastadas han declarado que se organizará un encuentro informal entre el jefe de gabinete de la Casa Blanca (presente entre los pasajeros del avión) y algún miembro relevante del gobierno cubano.
Declaraciones de innumerables personalidades y jefes de estado se han sucedido a lo largo de la jornada de ayer felicitándose por que el incidente haya quedado en un susto, y saludando la oportunidad que esta casualidad brinda para resolver el prolongado “diferendo” entre EE.UU y Cuba.
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