Por Jorge Ferrer Publicada originalmente en El Tono de la Voz
Un informe interno de la Asociación Cubana de Consumo Animal (ACCA) se está convirtiendo en la mayor pesadilla de Raúl Castro en estos últimos días del año. El informe elaborado por dos especialistas de ese organismo adscrito al Ministerio de Agricultura detalla las virtudes extraordinarias del marabú, el arbusto que Raúl declaró «especie invasora» y contra el que desató una guerra como las tropas cubanas no conocían desde su intervención en Angola.
La extraordinaria difusión del texto de 34 páginas que corre en memorias flash por toda Cuba desde hace al menos una semana ha puesto en boca de todos lo que ya era un secreto a voces: Raúl Castro cometió un grave error erradicando un arbusto que tiene un potencial alimentario y económico extraordinario.
Un error que algunos ya califican de criminal. Según la Dra. Yadira Pérez y el Lic. Heberto Molina, autores del informe, «el marabú (Dichrostachys cinerea) podría haberse convertido en el motor económico de Cuba, como antes lo fue la caña de azúcar. Es comestible, muy nutritivo y por si fuera poco es muy sabroso». Ambos especialistas cubanos desgranan las virtudes del marabú arrasado por los buldóceres y la tea incendiaria de Raúl Castro en términos que hacen la boca agua.
Y no son los únicos. Por lo visto, la voz de alarma la dieron durante la pasada edición de la Feria de La Habana los representantes de empresas de alimentación españolas y francesas que preguntaron por las posibilidades de importar marabú. En un inicio, sus interlocutores cubanos pensaron que se trataba de importar la madera para producir carbón vegetal, pero pronto supieron que el propósito era usarlo en la alta cocina. «La singularidad del marabú cuando se lo utiliza en la cocina molecular radica en que hay que ablandarlo durante seis horas al menos, pero después se consigue un puré caramelizado que es un regalo para los sentidos, como el caviar o la trufa», según Phillipe Lafargue, el máximo valedor del marabú en las cocinas europeas.
La apuesta de Raúl Castro por la siembra de tubérculos tan nocivos para la salud como la yuca o la malanga en detrimento del marabú está generando ya una corriente de irritación en la isla que ha provocado algunas protestas públicas. La malanga, alimento básico de la dieta que consumen los niños cubanos, ha demostrado generar graves taras en el aparato fonador y algunos expertos la señalan como responsable de los notables problemas de dicción que afectan a las últimas generaciones de cubanos. «El mismo Eliancito lo que tiene es una malanga en la boca, cuando su voz podría ser sedosa como el rumor del marabú en los atardeceres guajiros», declaró a Cubanet Yoagüendi Valdés, becaria del gobierno cubano en París, en alusión a Elián González, el niño cubano que motivó el diferendo vivido entre los gobiernos de EE.UU. y La Habana hace años.
Para el marabú, en cambio, la ciencia solo tiene elogios. «Es un desoxidante incomparable, muy rico en Omega 3 y, por si fuera poco, la raíz contiene enzimas que favorecen la potencia sexual masculina», sostiene Albert Mas, especialista del Centro de Investigaciones de la Impotencia Catalana (CRIC, por sus siglas en catalán). Por otro lado, en China las espinas de marabú se han convertido en una sensación desde que se descubrió su potencial en la práctica de la acupuntura. «La exportación de espinas a China nos habría permitido equilibrar la balanza de pagos con el gigante asiático, pero ahora esa posibilidad se ha desvanecido», afirma en la edición de El Nuevo Herald de esta mañana el economista disidente Oscar Espinosa Chepe, quien lleva décadas cultivando minúsculos arbustos de marabú como parte de su afición al arte del bonsái.
La nostalgia por el marabú que Raúl Castro desperdició ya figura en la agenda de la oposición cubana: las Damas de Blanco empuñarán flores de marabú entreveradas con los gladiolos que son su seña distintiva durante su marcha del próximo domingo por la Quinta Avenida habanera.
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